Con destino pero no predestinados
Todos tenemos un destino, estamos en esta rueda eterna e infinita con un propósito, con una misión.
Nuestro destino es igual que una bola de plastilina que nos entregaron cuando entramos en esta experiencia material. Esta bola de plastilina no tiene forma, nosotros decidimos que forma vamos a darle.
Entonces si tenemos un destino y sin embargo depende de nosotros que hacer con él. Tenemos una misión y un propósito, pero no estamos predestinados en el cómo, cuándo o hasta incluso si vamos a cumplir con esta misión.
Con esta bola de plastilina podemos crear lo que se nos antoje, y si no nos gusta la figurita que hayamos moldeado podemos amasar de nuevo la plastilina y volver a crear y crear y crear.
El medio de transporte y la velocidad
En este viaje fascinante en el que todos estamos embarcados no solo elegimos que forma le vamos a dar a nuestro destino, sino que además decidimos que medio de transporte vamos a utilizar y a qué velocidad nos vamos a mover.
Imagínate que debemos llegar de Miami a New York. Hay muchos medios diferentes para llegar a nuestro destino. Podemos ir andando, en coche, en camión, en tren o en burro. Una vez que hayamos decidido el medio de transporte también decimos a qué velocidad vamos a avanzar con él y que paradas vamos a realizar en el camino.
También podemos decidir cambiar de medio de transporte y de velocidad en cualquier punto del camino.
Esto significa que con cada decisión que tomamos vamos cambiando la forma a nuestra figurita de plastilina, y vamos cambiando de medio de transporte y de velocidad.
El tejido universal
La energía universal es la materia prima de la que todo y todos estamos creados. Es una energía neutra en un estado de perfección y de fuerza pura.
El universo esta creado en total abundancia. No hay límites en la manifestación de esta abundancia y en el poder de la energía universal.
El trabajo del universo es el de dar y nuestro trabajo el de recibir y a pesar de que el universo nunca falla en su trabajo de dar no se puede decir lo mismo de nosotros en el trabajo que nos corresponde que es el de recibir.
Donde va Vicente, donde va la gente
Nuestra ignorancia de nuestra verdadera identidad, de la energía universal, y del poder que todos tenemos nos lleva a limitarnos a imitar lo que vemos a nuestro alrededor. Imitamos lo que vemos a nuestro alrededor limitaciones y carencias. Imitamos la falta de amor, de comprensión, la falta de dinero y de oportunidades, la falta de perdón y entendimiento.
Nos ensenan desde pequeños a desarrollar el miedo, a seguir las limitaciones de nuestras familias y de la sociedad en general. No nos han ensenado que somos seres de luz, seres espirituales con poder, amor y sabiduría ilimitados. Estamos sometidos a una contaminación energética que nos refuerza constantemente estos miedos que desde pequeños hemos aprendido. Me estoy refiriendo al miedo a ser juzgados, al miedo a fracasar, al miedo a ser rechazados, al miedo a no ser aceptados, al miedo a equivocarse, al miedo a no ser suficientemente buenos para algo, al miedo a no saber, al miedo a perder cosas materiales o personas, al miedo a no alcanzar nuestras metas, al miedo a la soledad, al miedo a la enfermedad, al miedo a la muerte, al miedo de perder el control de nuestras vidas, miedo al futuro, miedo del pasado. Ese miedo que en resumen es una negación a nuestro poder, nuestra sabiduría, nuestros talentos.