En la división de poderes nace nuestra cobardía
El miedo, cuanto hablamos del miedo, que hay que controlarlo, que nos impide movernos, que no permite que expresemos nuestra esencia, que nos trae limitaciones y sufrimiento.
Pero siempre que exista esa división de nuestro poder, el miedo ocupara un espacio importante de nuestra vida y ahí nace nuestra cobardía. En realidad es una cobardía ignorante porque es mucho más difícil vivir con nuestro poder dividido, nos causa muchísimo más sufrimiento, mas obstáculos y sin embargo el miedo nos amilana y nos convence para quedarnos quietecitos, agachar la cabeza y seguir con nuestras vidas llenas de limitaciones. Así que acabamos convirtiéndonos en cobardes muy valientes.
Las leyes universales de las que ya hemos hablado tanto, funcionan siempre, pero mientras que exista la división de poder interna, la manifestación de estas leyes universales será ambigua. Queremos cambios positivos en nuestra vida, en nuestro trabajo, o nuestra salud, o en nuestras relaciones o en lo que sea, pero existe un requisito imprescindible que para que podamos manifestar estos cambios, nuestra energía tiene que estar unida al todo, no pueden existir divisiones de ningún tipo.
Yo he experimentado milagros en mi vida, muchos, y sin embargo otras veces no he podido cambiar circunstancias desagradables, y la única diferencia entre los milagros y las veces en las que no puedo transformar mis circunstancias ha sido y es siempre el miedo, la división de poder interna.
Todas las ocasiones en las que he experimentado un milagro en mi vida no ha existido división de poder, mi energía ha estado unida al todo con una fe absoluta e inamovible, no he tenido miedo alguno y tampoco he impuesto una solución concreta. Y pasa, la situación se resuelve, la armonía regresa, las leyes universales se cumplen sin resistencia, y la energía universal fluye de forma ininterrumpida.
Al final siempre llego en cuanto a este tema a la misma conclusión a lo único que debemos temer es al miedo, y tomar esa fuerza y esa valentía que diariamente derrochamos para convivir con él para desterrarlo de nuestras vidas para siempre, si tenemos la valentía de vivir con él nos sobra valentía para plantarle cara.